HUMANIZACIÓN DE LAS UCI

Si alguien está en la UCI no necesariamente debe permanecer sedado, inconsciente  o con dolor, es más, el solo hecho de que se pueda mover, que interaccione con el entorno o que pueda tener una comunicación activa con su familia ayuda a la recuperación del paciente.

 

Aspectos como estos deben ser parte integral del propósito de una mayor humanización de las UCI para las cuales muchos pacientes después de un paso breve o prolongado por alguna de estas unidades teniendo vivencias muy severas embargadas por sentimientos que nunca se desearían para nuestros seres queridos llenas de angustia, miedo y dolor tienen definiciones muy duras como Cristina Cifuentes, política española, quien tuvo que ser recluida en la UCI a causa de un accidente en motocicleta al ser arrollada por otro vehículo. Asombra cómo recuerda con absoluta nitidez algunos momentos, personas, conversaciones y situaciones que en aquellos días le llenaban de angustia. Asegura que hoy es otra persona, que supo que se moría y, lo que es peor, que deseó que eso ocurriera. Cristina Cifuentes lo tiene claro: «Para algunas personas, la UCI es la antesala del infierno y yo creo que a veces, es el infierno mismo»[1].

 

 

Todo esto no se conduele con el enorme esfuerzo de muchos profesionales por mantener con vida a la vez que procuran mejores condiciones posibles al paciente lo cual tiene elementos adicionales ya que, por otra parte, las intervenciones realizadas en los pacientes en las UCI en muchas ocasiones dejan secuelas breves o muy prolongadas que solo son permisibles en la medida en que se deba decidir entre dos males el menos dañino como lo muestran los efectos de estas intervenciones en los pacientes con COVID-19 tratados en las unidades de cuidado intensivo.

 

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La pandemia del COVID-19 ha ayudado a revelar la compleja interacción entre la inflamación, la sedación y la disfunción cognitiva. La sedación a largo plazo para los pacientes con el COVID-19 podría durar varias semanas, aumenta la posibilidad de disfunción cognitiva y se relaciona con la lesión hipóxica[2]

El desarrollo de la especialidad y de la tecnología ha permitido la disminución de la mortalidad, y hoy quienes ingresan a estas unidades, tienen altas probabilidades de sobrevivir. Sin embargo, el avance tecnológico alcanzado en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades no ha ido de la mano con el avance en el desarrollo de habilidades no técnicas en el equipo de salud, esto último exigido y adolecido por los pacientes y familiares, quienes anhelan una atención integral, más aún en el contexto de crisis que significa la hospitalización en una UCI.[3]

Humanizar las UCI no consiste solo en promover y proteger la salud, también se trata de garantizar ambientes que favorezcan la vida sana a todos los niveles posibles en donde incluimos el ambiente emotivo, social y espiritual. Por ello en la UCI no solo debemos tener buenas iniciativas sino un compromiso genuino con la vulnerabilidad humana que genere salud y que también acompañe el sufrimiento.

Esto se asocia entonces al Modelo “Afectivo-Efectivo” propuesto por Albert Jovell[4] definido como “la forma de cuidar y curar al paciente como persona, con base en la evidencia científica, incorporando la dimensión de la dignidad y la humanidad del paciente, estableciendo una atención basada en la confianza y empatía, y contribuyendo a su bienestar y a los mejores resultados posibles en salud”.

Pero además de profesionales mejor entrenados en comunicación con el paciente y sus familiares y el desarrollo de altos niveles de empatía también podemos humanizar, en todo lo que nos sea posible, la infraestructura.

 

La arquitectura y entorno físico de la UCI en algunos casos, principalmente en hospitales antiguos, están muy alejados de las recomendaciones y estándares internacionales, pues son unidades abiertas donde conviven varios pacientes y familiares y carecen de salas de estar acondicionadas para recibir a los acompañantes. En esta línea la propuesta es replantearse como mejorar los espacios al menor costo y con el mayor beneficio. Algunas sugerencias son invertir en muebles (para la estancia de familiares) y decoración (que facilite la orientación en tiempo y espacio), del mismo modo se sugiere que frente a la posibilidad remodelar o diseñar una nueva UCI se considere la existencia de ventanas con acceso a luz natural, box individual, medición de ruidos, regulación de la temperatura y luz, espacios protegidos para familiares, entre otras[5].

 

 

 Estos son pasos iniciales que pacientes y familiares muchas veces no saben que nos pueden solicitar y mucho menos exigir pero que, como profesionales integrales debemos explorar, implementar y mejorar todos los días en pro de su beneficio.

 

 

 

[1] SANDRA FERNÁNDEZ27/02/2016 20:19 - https://okdiario.com/espana/cifuentes-78892

 

[2] NEWSAUG | 7 | 2020  Los efectos neurológicos de la sedación en los pacientes con el COVID-19. Massachusetts General Hospital

[3] Vol. 30. Núm. 2.

Revista mèdica Clìnica Las Condes.  Medicina intensiva páginas 120-125 (Marzo - Abril 2019)

 

[4] A. Jovell.  Medicina basada en la afectividad. Medicina Clínica., 5 (1999), pp. 173-175

 

[5] G. Heras de la Calle. los miembros del Proyecto HU-CI. Humanizando los cuidados intensivos.

Distribuna Editorial, (2017),

 

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